dilluns, 24 de març del 2008

REFLEXIONES ACERCA DE LOS RESULTADOS DEL 9 DE MARZO.

He esperado bastante tiempo antes de expresar mi opinión sobre el resultado de las elecciones del 9 de Marzo. Quería digerir y analizar detalladamente los resultados, así como observar las reacciones de los distintos agentes políticos y mediáticos, especialmente, la de nuestros órganos de dirección y la de nuestro socio de coalición (ICV) en Catalunya.

Hay un primer elemento que se repite recurrentemente en la mayoría de análisis para explicar el fuerte descenso electoral (debacle para muchos) de la coalición de ICV-EUiA en Catalunya y de IU en el conjunto del Estado Español: la bipolarización del voto entre el PSOE-PSC y el P.P (el llamado voto útil). Este es un elemento que también se utiliza para justificar el fuerte descenso de ERC y los modestos resultados de CiU.

Es obvio que esta bipolarización se ha dado. No voy a abundar en argumentos ya conocidos: los debates a dos, una campaña electoral polarizada, una menor presencia de los partidos minoritarios en los medios, las llamadas al voto útil etc... Sin embargo, a mi entender, esta explicación debe relativizarse a la luz del análisis de detalle de los resultados.

El dato relevante, para mí, de estas elecciones, es que la pérdida de voto de ICV-EUiA y de IU no parece que se haya trasladado, en su mayoría, al PSOE-PSC.

En el ámbito estatal (sin contar los votos de los residentes en el exterior) el PSOE tiene una subida en torno a los 40.000 votos e IU pierde alrededor de 300.000. En consecuencia es razonable pensar que hay una parte significativa del electorado de IU en 2004 que no ha optado por el voto útil (al PSOE) sino que, simplemente, ha dejado de votar a IU refugiándose en la abstención.

En el ámbito de Catalunya, es necesario, al realizar la comparación, introducir, el resultado de ERC dado que hay una coincidencia, tanto en las valoraciones de su dirección como de bastantes analistas, en afirmar que una parte del electorado de ERC prefirió el voto útil al PSC para parar al PP y, por otra parte, CiU no ha crecido en votos sino al contrario ha perdido en torno a los 60.000 votos.

Para el conjunto de Catalunya el PSC ha crecido alrededor de 95.000 votos, ERC ha perdido en torno a 350.000 e ICV-EUiA alrededor de 53.000 por lo tanto no ha habido un trasvase global de votos.

En el llamado cinturón rojo (donde las pérdidas tanto de ERC como de ICV-EUiA han sido mayores en porcentaje de votos que su media en Catalunya), es todavía más evidente que la gran mayoría de estos votos perdidos no han ido al PSC. Hay probablemente un cierto trasvase de votos que, en ningún caso, absorbe las importantes pérdidas de ERC e ICV-EUiA. Es el caso de Badalona, L’Hospitalet, Sta. Coloma, Sant Adriá, Montcada, Cornellá, El Prat, Martorell, Sant Feliu. En definitiva, la mayoría de los municipios del Barcelonés, El Baix Llobregat y los Valleses.

Por lo tanto, es también, a mi entender, un dato relevante en Catalunya que la manida bipolarización no ha supuesto un trasvase de voto mayoritario al PSC, desde las otras fuerzas de Izquierda.

El otro gran eje argumental que se utiliza para analizar el pésimo resultado electoral en términos de diputados electos (sólo dos) tiene su causa en una Ley electoral injusta. Es evidente que el sistema electoral vigente castiga de forma extraordinaria a fuerzas como Izquierda Unida. Estamos ante un escándalo democrático se mire como se quiera mirar, pero las razones son conocidas y remiten a la transición política hacia la democracia: el diseño electoral fue pensado precisamente para conseguir esta finalidad. Recientemente en una tertulia radiofónica de la cadena Ser, en la que se comentaban los resultados electorales, uno de los responsables principales de esta ley (Herrero de Miñón) presumía, sin vergüenza alguna, del objetivo de la misma (reducir la representatividad en el parlamento del PCE-PSUC sensiblemente por debajo de su implantación real medida en votos) y se felicitaba de la eficacia del diseño.

No deberíamos perder de vista, sin embargo, que los beneficiarios de este montaje son el PSOE y el P.P. no los partidos nacionalistas periféricos. Por ello pensar en una reforma de la ley electoral que debe contar con las dos fuerzas más beneficiadas es, hoy por hoy, un absurdo sino se trabaja con el apoyo de movimientos sociales y ciudadanos sensibles a este escándalo democrático.

Dicho esto, no deberíamos olvidar que con esta misma ley electoral, se alcanzaron 21 diputados en 1996, 18 diputados en 1993 y 17 diputados en 1989. La razón es que se cosecharon 2.639.774, 2.253.722 y 1.858.588 votos respectivamente, frente a los 963.040 votos actuales. En consecuencia, estamos ante una Ley electoral diseñada para minimizar nuestra opción política pero también ante una desafección de las bases socio-electorales potenciales de la Izquierda transformadora (que siguen existiendo) realmente preocupante.

Esta es, a mí entender, la conclusión principal: más que voto útil al PSOE-PSC, estamos ante un declive que muestra una desafección entendida como abstención asqueada, abulia política o exasperación de la antipolítica.

Ante esta situación se están presentando diferentes pseudo-alternativas que en vez de ayudar a una posible recuperación, la lastran.

Una de ellas consiste en responsabilizar a Llamazares y a su equipo de todos los males. Acusándole de una oposición blanda al PSOE cuando no de una colaboración acrítica con el Gobierno en la anterior legislatura. Esta crítica parte de sectores que no tuvieron ningún rubor en el 2000 en pasar de la teoría de las “dos orillas” de Julio Anguita en el período 1993-1996 al pacto anunciado con el PSOE (Frutos y Almunia formalizaron este acuerdo cruzando, el primero de ellos, apresuradamente de una orilla a la otra) previo a los comicios del año 2000, y por cierto dándose un batacazo espectacular ya que perdieron 1.400.000 votos que, por supuesto, no fueron al PSOE ya que fue el año de la mayoría absoluta del P.P. Es más de lo mismo, perseguir “enemigos internos”, dogmatismo, falta de percepción de la realidad y de capacidad autocrítica.

Sorprende también la actitud de ICV que en declaraciones de su cabeza electoral Joan Herrera (al que hay que reconocerle que ha hecho una buena campaña electoral) manifiesta que una de las causas del fracaso electoral es “la falta de un referente en el Estado sólido y renovado” en referencia a IU. A la vez que defiende el camino “histórico de éxito” de la coalición formada por ICV i EUiA atribuyendo la perdida electoral en Catalunya, a los malos resultados de IU.

Este análisis refleja una autocomplacencia totalmente injustificada. La Dirección de ICV parece encantada de haberse conocido, no reconocen ningún error y trasladan la responsabilidad de sus derrotas a terceros. Los datos no les dan la razón: los malos resultados de estas generales vinieron precedidos de unos no menos malos resultados, en las recientes elecciones municipales. Los resultados de la coalición ICV-EUiA son tan malos como los de IU en las comunidades donde habitualmente tenía mejores resultados e, incluso, inferiores a algunas de ellas (Asturias (7,35%) y Andalucía (5,13%) y prácticamente los mismos que Madrid (4,69%). A este tipo de análisis con los que nos obsequia la dirección de ICV cabría aplicarles aquella recurrida frase: “de victoria en victoria hasta la derrota final”. En cualquier caso ICV no ayuda nada con estas posiciones al debate de reconstrucción de un referente de izquierda transformadora en el ámbito estatal.

El debate interno que se ha abierto en IU debería ser una oportunidad para un planteamiento racional, profundamente democrático donde las llamadas bases de IU, al que todo el mundo hace público reconocimiento de trabajo abnegado y de su compromiso, no se vean abocadas a contemplar las rencillas envenenadas con las que nos hastían determinados dirigentes.

A mi entender el fruto de este debate debería consagrar un “giro a la izquierda”. No con dogmas arcaicos ni con sectarismos estériles hacia otras fuerzas de izquierda. Pero tampoco dirigiéndonos a vaporosas alternativas ecológicas. Creo que el ecologismo como alternativa política de izquierda ha terminado su recorrido. Hoy en día la ecología ha sido asumida por el pragmatismo no solo de la socialdemocracia sino también de sectores importantes de la derecha. Ha hecho más por la lucha medioambiental Al Gore que ningún partido verde. Los propios poderes económicos ven en la política medioambiental oportunidades de negocio. Los certificados de responsabilidad social de las empresas (entendida principalmente como respeto al medio ambiente) se multiplican. Todo ello es sin duda positivo, pero demuestra que la ecología es algo ya transversal en la política y el ecologismo, como opción política definitoria y principal, ha agotado su recorrido.

La contradicción principal sigue siendo que la acción política está al servicio de determinadas clases sociales. Por lo tanto se actúa políticamente defendiendo intereses de clase. En situar esta contradicción en la acción política concreta siguen coincidiendo amplios sectores de la izquierda europea.

En esta línea sitúo lo que he planteado como “giro a la izquierda”. Las bases socio-electorales potenciales de esta izquierda siguen, sin duda alguna, existiendo. Y desde luego han demostrado que no se reconocen en una labor parlamentaria honrada y relativamente eficaz y que les resbala la retórica publicitaria autocomplaciente (“más izquierda” “La izquierda de verdad”).

Es preciso un trabajo programático y organizativo que arranque desde la base, que se construyan vínculos reales de trabajo con movimientos sociales que resisten a las políticas liberales, que sea un trabajo más concienzudo, más serio, políticamente más profundo, más democrático, más tenaz, más consistente.

No quiero caer en el papanatismo tradicional en nuestras formaciones de buscar ejemplos externos a los que “adorar”. Pero en esa línea de situar la contradicción principal en las contradicciones de clase y aplicar un método de trabajo que traslada a la acción política una resistencia radical y sin complejos a las agresiones que el modelo liberal esta produciendo en la clase trabajadora, es la causa, según múltiples analistas que me merecen total confianza, del auge electoral y de implantación de la Linke en Alemania o del nuevo partido socialista radical en Holanda. Este auge lleva a que la política agresiva del liberalismo se vea frenada en esos países. Por ahí, creo, deberían ir las cosas.